Hemos desayunado en el hotel, un buen desayuno Buffet. Hemos intentado que fuera pronto, antes de las 8, para ascender la Cruz de Ferro con el menor calor posible. Mientras desayunábamos han aparecido nuestros compañeros ciclistas madrileños.
Por la carretera de Santa Catalina de Somoza hemos abandonado Astorga, todavía con el recuerdo del cocido. Por carretera casi llana, llegamos a Murias de Rechivaldo, donde nace un andadero, prácticamente recto en ascenso. Hay un aumento considerable de peregrinos, ya lo notamos en León, pero hoy se nota más. El andadero nos deja en el cruce con la carretera de Santa Catalina. Aquí Jordi y Quim deciden seguir por carretera y yo sigo por el Camino.
El andadero se dirige sin problemas hasta Santa Catalina, donde volvemos a coincidir. A la salida nuevamente nos separamos, y seguiremos así hasta Rabanal
A medida que ascendemos el sendero se empina y tiene algunos tramos más técnicos, pero también más bonitos.
En el Ganso, encontramos este chiringuito o albergue, peculiar
Seguimos subiendo hasta Rabanal del Camino, la verdad, que al ser a primera hora, se me ha hecho más cómodo que otras veces. Aquí nos juntamos los tres, nuevamente, y descansamos. Mientras, vemos pasar por la carretera varios grupos de bicigrinos. Este año estamos encontrando, sobre todo, los últimos días, muchos más que en ocasiones anteriores.
Volvemos a separarnos, ellos por carretera y yo por camino. En la salida del pueblo, veo un grupo de 5-6 alemanas talluditas, preparándose para salir. Abandono el pueblo por un bonito camino que se transforma en sendero. Poco antes de cruzar la carretera por segunda vez, se complica técnicamente, uno de los peregrinos a los que adelanto esta parado, contemplando el paisaje, me comenta que debería ir por la carretera, que el sendero es muy duro. Le digo que gracias, insiste y le digo que ya lo se, que no es el primer Camino que hago, y se queda remugando. El acceso al cruce con la carretera es inciclable y lo realizo a pie.
Tras cruzar la carretera, se endurece el camino, tanto en inclinación, como en dificultad técnica, por las piedras sueltas. En algunos tramos, no es ciclable y cuesta, incluso, caminar por los destrozos que ha hecho el agua
En uno de estos tramos me encuentro con un peregrino italiano, espero a que el sendero se ensanche y le aviso que voy a pasar. Con muy malas formas y gritando me dice que vaya por la carretera. Le digo que el Camino es de todos, sigue chillando y diciendo que está prohibido, le digo que no, y como sigue con su mala educación literalmente le mando a la m.... y continuo. A los pocos metros otro italiano con la misma historia, pero de forma más educada, le comento que el Camino es de todos y se acaba la conversación. Me he encontrado cientos de peregrinos y nunca ha habido problemas. No entiendo nada. Para compensar, más adelante, en un tramo bastante técnico están parados otros dos peregrinos, y observan como subo. Al llegar a su altura sueltan un ¡Bravo! y pulgar hacia arriba. Les doy las gracias y pienso ¡menos mal!
Sin más altercados llego a Foncebadón y mientras espero a Quim y Jordi, llega otro grupo de ciclistas por la carretera, primero el hijo y después dos mozos de mi edad y al final una chica, comentando la dureza de la subida y lo que aún falta.
Entramos en Foncebadón y buscamos un bar para avituallarnos. Elegimos uno, y mientras pedimos en la barra, uno de los parroquianos que está allí es un hospitalero del Albergue Parroquial, y es de L'Escala. Casualidad, es vecino de Quim, hablamos con él y después sellamos las Credenciales en su albergue. Va a estar aquí 15 días.
Tras unas Coca Colas y unas mantecadas reanudamos la marcha. El primer tramo, por pista hasta el cruce con la carretera, lo hacemos todos juntos. Es un tramo de dura subida.
Abandonamos la Meseta. Tras el cruce, un corto tramo de sendero y llegamos a la Cruz de Ferro
Llegamos los tres a la vez, cada uno tiene sus propias sensaciones, nunca será como la primera vez. Te acuerdas, como no, de tu familia y a ellos les dedicas este Camino y esta ascensión. Contactamos con el WhatsApp, y te sigues emocionando, sabes que están ahí, y les agradeces que te permitan, una vez más, ausentarte de casa para realizar esta aventura, sobre todo a Mayte. Gracias.
En mi caso la dedicatoria especial es para Hugo, mi nuevo sobrino, que con tres días de vida me ha ayudado a subir. Un abrazo para sus padres y también para Daniel.
Como no, me acuerdo de mis padres, sobre todo de mi padre, en plena convalecencia de una intervención y en tratamiento de una miastenia. Coincide que ayer es el mejor día desde la operación. ¿Será casualidad o cosa de Santiago?
Otro abrazo a mi hermana y a mis sobrinos, sobre todo a Silvia, que acaba de empezar otro Camino. Fuerza Silvia para llegar a la cima, ya ves que se puede conseguir.
Dejamos todas las piedras que teníamos que dejar, hacernos todas las fotos que tocaban, comentamos la jugada con los que allí están, incluida una pareja de italianos en bici con los que hemos coincidido varias veces en los últimos días, y finalmente iniciamos el descenso a Molinaseca
Antes, nuevo ascenso a las antenas y nueva polémica con un francés sobre la utilización del Camino por las bicis. Cuando le digo que también somos peregrinos y no ciclistas, cambia un poco su tono y parece que lo acepta. En ese momento, creo encontrar la explicación a estos cabreos. Tras Santa Catalina me han adelantado dos ciclistas que iban un poco a saco. Después han adelantado a un peregrino, uno por cada lado, sin muchos miramientos Para justificar estas broncas se me ocurre pensar, que quizás su actitud al cruzarse con estos peregrinos no haya sido la que toca, y yo reciba las consecuencias.
Desciendo en dirección a El Acebo, con varios tramos complicados técnicamente, que me obligan a bajarme alguna vez
Pasamos por Manjarín
Pasamos por Manjarín
Finalmente llego a El Acebo
Continúo el descenso pasando por Riego de Ambrós
El descenso continua con tramos muy difíciles que obligan a extremar las precauciones, y a poner alguna vez el pie a tierra .
Finalmente llego a Molinaseca, donde hace rato que esperan, en una terraza, Jordi y Quim. Comemos en el Hotel El Palacio, bien.
Después tomamos posesión de nuestra habitación en la Casa del Reloj, que yo conocía por haber estado hace unos 16 a.
Tras una pequeña siesta, ducha y salida por el pueblo a pasear. Cervecita al lado del río y cena suave en el Hotel El Palacio. Antes de dormir unos gintonics que nos ayudan a planificar la etapa de mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario