Tras un buen desayuno en el Hostal A Veiga, iniciamos, bajo la niebla, nuestro penúltimo día del Camino, con la duda de si nos mojaremos o no. Quim decide ir por carretera, y Jordi y yo por el camino.
El Camino con la niebla y la luz de la mañana tiene un aspecto especial.
En Sarria nuevamente coincidimos los tres. Cruzamos el pueblo ascendiendo por la dura rampa de su calle Mayor. Descendemos después al puente de Áspera.
Nos dirigimos a Barbadelo, pasando por dos tramos de duro ascenso que obliga a hacerlo a tramos o empujando la bici.
Tras Barbadelo pasamos por Peruscallo y A Brea, donde antes estaba el mojón de 100 km a Santiago, pero ahora, con los nuevos que han puesto en cada cruce, éste no lo hemos encontrado.
Llegamos a Ferreiros y paramos en el albergue a reponer fuerzas. Mientras comemos, charlamos con un peregrino que nos comenta que el también lo ha hecho en bici y que le parece más duro que andando, si se hace íntegramente por camino. Bueno pues nos da una alegría. Echamos unas risas con él, acabamos nuestra empanada y reanudamos la marcha.
Pasamos por A Pena, As Rozas, Montras, Parocha y Vilacha, continuamos el sube y baja. Aquí en un cruce de carreteras las indicaciones marcan hacia la izquierda y el track hacia la derecha. Inicialmente hacemos caso a las indicaciones, pero vuelvo a explorar el track y veo que sigue una pista asfaltada en descenso. Decido seguirlo, y Jordi y Quim deciden seguir las indicaciones. Llego en un momento a Portomarín. Al ver que ellos no llegan, los llamo por teléfono y ninguno contesta. No entiendo nada. Al final llegan y me cuentan su aventura: Siguieron las indicaciones por un sendero que al final fue inciclable, tuvieron que bajar las bicis entre los dos, e incluso, ayudar a los que iban andando. No puedo dejar de reírme, después de escuchar todo el Camino que los llevo por los peores sitios, cuando deciden no seguirme esto es lo que les pasa.
Es casi la hora de comer, pero preferimos hacerlo después de Portomarín para no hacer la dura subida a Gonzán con la barriga llena. Quim y Jordi hacen la subida por carretera y yo por los caminos, en ambos casos, las rampas son considerables. Por fin llegamos a Gonzán y comemos muy bien, al lado del albergue, en el Bar Descanso del Peregrino.
Salimos hacia Ventas de Narón, el recorrido alterna carreteras locales con caminos, y como no, subidas con bajadas. Quim ha decidido hacer este tramo por carretera, lo que le supondrá hacer unos cuantos km. de más. Pasamos por Hospital da Cruz y llegamos a Ventas de Narón.
Mientras esperamos a Quim, aprovechamos para alquilar el coche de vuelta a Barcelona y reservar una habitación en Melide. Tras la recuperación de Quim y el trabajo de logística, reiniciamos la marcha hacia Melide. Quim opta nuevamente por la carretera y nosotros por los caminos.
Nos pegamos una buena subida en San Xulián do Camiño, y luego, pasamos por Casanovas. A buen ritmo nos acercamos a Leboreiro, y su famoso canasto.
Seguimos un recorrido ya más en descenso y llegamos a Furelos, con su puente y antesala de Melide
Entramos en Melide por un tramo en subida y enlosado, nada agradable para los ciclistas, y llegamos a la pensión A Berenguela, en el centro de Melide.
Muy buenas instalaciones aunque su localización y aspecto externo nos hagan dudar, y la dueña todo amabilidad. Vale la pena. Las bicis las guardamos en el garaje.
Tras adecentamos, como no, a la pulpería Ezequiel. Excelente pulpo y Alvariño. De vuelta pasamos por alguna de las verbenas que se celebraban, solo de paseo, sin detenernos. El cansancio y el Alvariño nos aconsejaban ir a dormir, eso hicimos y yo no pude ni acabar la crónica
No hay comentarios:
Publicar un comentario